Luis Feria, una de las voces más singulares de la poesía española, forma parte de una nómina de poetas olvidados de la generación del 50, injustamente ignorado por los baremos académicos. A pesar de su renuencia a auto-promocionarse, los versos de Feria lograron el sólido respaldo de galardones como el Adonais, o el Premio Juan Boscán (Fábulas de octubre, 1964), además de ser finalista en dos ocasiones del Premio Nacional de Poesía, (en 1987 con Más que el mar y en 1991 con Casa común).